Un viaje de mil millas comienza con un solo paso

Han pasado algunas semanas desde que mi abuelita inicio  un tratamiento de acupuntura con el fin de encontrar cura a una alergia alimenticia que le sobrevino hace unos meses. Ya se habían visitado todo tipo de especialistas, mas ninguno de ellos parecía encontrar del todo la razón de su mal o al menos poder curarlo. Después de algunas sesiones, y tras identificar que estas afecciones se deben a factores emocionales importantes, el problema empezó a ser tratado exitosamente. Fue así como mi madre, como apoyo a la abuela decidió también experimentar con este tipo de medicina alternativa. Estaban tan contentas con sus terapias que me insistieron fuera a una sesión para que me tratasen cuestiones de estrés y de ansiedad. Si, las mismas que datan del tiempo de la matemática en mi vida.

Fue así como decidí aventurarme a probar esta práctica milenaria más por curiosidad que por necesidad. La experiencia me parecía importante para abrir una ventana al auto-conocimiento y a la sanación. Para ser honesta, cuando llegue a mi cita, no tenía idea que mal debía o quería sanar. Cuando me vi llenando un formulario casi diríamos médico, mi mente empezó a buscar dolores y molestias imaginarios. Recordé mis dolores de cabeza tras mi ojo derecho que siempre he atribuido a la falta de alimento —cuando paso mucho tiempo sin comer. Recordé el dolor en mi cadera derecha que apareció sorpresivamente tras mi viaje a Europa. Y así sucesivamente liste sintomatologías propias del estrés. Entonces, me vi obligada a preguntarme el cuándo de estas situaciones para así identificar el por qué del momento de su aparición.

Cuando me vi frente a frente con Carlos Restrepo —mi Acupunturista— hablando un poco de mi vida, me vi bombardeada de palabras. Por donde comenzar? Por los cinco, los veinte, los veintisiete o los treinta. Cómo resumir  mi vida en 20 minutos sin obviar lo importante. Al final, él pareció comprender que mi viaje de las mil millas había estado lleno de momentos altos y bajos, y que a pesar de todo, su paciente parecía estar consciente de la raíz de sus afecciones, y muy por el contrario aún podía reír al respecto, ya fuera por nerviosismo o ironía.

Tuvimos una conversación súper agradable. No solo estuvo dispuesto a escuchar mi monólogo, sino que también me hablo del Qi o el Chi, como una especie de energía universal que siempre está en movimiento. Una energía que va de un punto a otro, de meridiano a meridiano. Supongo que es allí donde se ubican estas delgadísimas agujas, que por demás son casi imperceptibles. Comprendí que esta práctica antiquísima  intenta asegurar que esa energía o ese río de vida que circula en nuestro cuerpo y en nuestro torrente sanguíneo no se estanque y no se obstruya para que no cause  dolor. Ese mismo dolor que culturalmente hemos aprendido a rechazar, sin pensar quizás que es elemento innato de nuestra naturaleza humana.

Tras tan amena conversación, vino la sesión de acupuntura. Primero, me puso unas cuantas gotas de un elixir de hierbas debajo de la lengua para aliviar el estres y la tensión. Me tendí en una cama de piedras de jade caliente con la luz apagada, mientras que en el techo, se proyectaba una imagen que parecía simular el mismo universo. Un terciopelo negro donde partículas de luz verde neón parecían estar en constante movimiento, encontrándose y chocándose las unas con las otras. En el entretanto pensaba que de igual forma el universo y la vida operan. En el trasfondo se escuchaba una pieza musical… Quiza “The Approaching Night” de Philip Wesley; una melodía increíble que desde la primera vez que la escuche memoricé casi al instante.

Tras olvidarme del mundo en veinte minutos para apreciar un cielo de mentira, se me aplicaron deliciosos aceites florales que solo lograron estimular mis sentidos. Luego siguió la terapia de copas, que no es otra cosa que una práctica en la que esferas de vidrio son ubicadas en la espalda, para succionar la piel y estimular el flujo de sangre hacia la superficie del cuerpo.

Debo admitir que salí transformada de mi sesión. Diría casi renovada y muy tranquila. No es una cuestión de fe solamente. Es una cuestión de estar abierto y receptivo a un mundo de posibilidades de sanación que comienzan por la propia mente y por la aceptación de nuestra propia humanidad. Se trata de empezar a trascender y comprender que somos un caudal de energía que aunque en constante movimiento, tiene diques que muchas veces nos encargamos de cerrar casi sin darnos cuenta.

Es una experiencia que bien vale la pena, dados los diferentes enfoques que este centro da a la sanación. Dentro de poco, pienso unirme a sus sesiones de meditación, a ver si aprendemos a acallar la mente y crear espacios de encuentro con el silencio.

12 pensamientos en “Un viaje de mil millas comienza con un solo paso

  1. Eres una poeta, escritora, y una exploradora de la vida. Me encanta leer tus cuentos y aventuras. Un día quizás simple – sin grandes aperturas- para ti es a menudo un viaje increíble. Gracias por tus cuentos y gracias por compartirlos con nosotros.

  2. Me uno a tus palabras y a tus sentimientos. Lo dices de una manera tan clara y tan precisa que lo que yo diga sobra. Corresponde exactamente a la realidad. Sentí la misma sensación y fue la misma experiencia, solo que tu tienes el Don de transmitir y que tus interlocutores entiendan claramente tu mensaje. Te admiro, te amo y estoy muy orgullosa de ti. Gracias por haber aceptado mi sugerencia de ir a donde Carlos Restrepo nuestro acupunturista. Además Sue también es fantástica. Es una pareja increíble hacen muy bien su trabajo. Congratulaciones.

  3. Me encanta leer tus historias, creo poder imaginar como voy a disfrutar tu primer Libro……
    Pero lo mas importantes cuando me llevan a ese lugar, lo necesito inmensamente. Besos

  4. Yo he ido a varios acupunturistas, pero despues de leer tu experiencia tengo muchas ganas de intentar con tu Dr.!! Pasame la info para cuadrar una cita que yo soy fiel creyente de la medicina oriental y a mi la acupuntura me ha ayudado muchisimo. Te felicito por empezar este blog, ya tienes una seguidora y admiradora mas. Los talentos se cultivan y a veces pienso que es un deber civico compartir el arte que uno puede ofrecer, la creatividad y la sensibilidad son dones que nos enriquecen a todos, tanto al «espectador» o «lector» como al artista, es tener el valor de crear un dialogo y un espacio donde esperamos todos obtener algun tipo de transformacion.

    Un beso y un abrazo muy fuerte!
    Pao

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