Él: “Tus muertos no existen!” [La frase resultó paradójica].
No existen! Reposan en recintos donde la vida no invita, no brota.
Ella: Más si existieran así de una manera etérea, intangible, e incorpórea?
Y si habitasen otros aires y otros tiempos sin tiempo? Y si hablasen otras lenguas? Y si estuviesen aqui con vos, conmigo?
Él: Como enfrento entonces tu bendita testarudez? Si han muerto. No lo ves?
Ella: Estoy empezando asumir que mataste todos tus fantasmas. Mis muertos no están muertos, los he eregido a punta de fé. Están mas vivos que nunca, más presentes que siempre. Han mudado de piel. Inquilinos del recuerdo, pagan renta en todas mis memorias.
Él: …
Y porque viven hay que celebrarlos y de vez en cuando brindar con ellos por esta vida y las otras. Creo que no me voy a resistir. Igual que tú, ando con agenda apretada, pero el viaje del que te hablé sigue rondando en mi cabeza. Abrazos desde el Sur.
Resultas ser una fuente infinita de inspiración!
¿Gozan de buena salud?
Hermosa la forma en que “Ella” defiende el recuerdo de los suyos, me hizo recordar un poema de Jaime Sabines llamado “QUE COSTUMBRE TAN SALVAJE” http://www.jaimesabines.org.mx/bibliografia/yuria/que-costumbre-tan-salvaje/ Es una grata experiencia leerte, felicitaciones y un saludo desde México.
David, mil gracias por tu comentario. Lo aprecio mucho. Andrea